Relato de la semana: Cara de ángel

Regreso de la inconsciencia pero todavía tengo los ojos cerrados. Intento abrirlos, pero los siento tan hinchados que solo puedo entrever un halo de luz. Sigo amordazado. Las manos atadas tras el respaldo de esta maldita silla a la que llevo horas, quizás días no sé, encadenado. Todo mi cuerpo dolorido. No puedo distinguir si hay alguna parte de mí sin dolor.

Oigo voces alejadas que hablan en susurros. Y, de fondo, escucho un sonido metálico que no sé distinguir.

Poco a poco y con mucho esfuerzo, voy abriendo más los ojos y consigo alzar la cabeza para poder mirar la escena de horror que tengo ante mí. Ahora sí, te distingo al fondo de una sala inmensa llena de pilares y pequeños ventanales muy altos a los que me será imposible llegar. Valoro mis posibilidades y, siendo realista, creo que no saldré de allí. O, por lo menos, no saldré de allí con vida.

Veo mi cuerpo lleno de sangre y vuelvo a recordar los golpes, los cortes. Todos y cada uno de ellos.

Ahora te acercas de nuevo. En tu cara de ángel, una sonrisa eternamente congelada que transmite frío, venganza y poder. Tu larga melena rubia, tus ojos claros y tus labios rojo intenso me engañaron en nuestra primera cita, pero ahora me cuentan tu perversión. Y el largo cuchillo recién afilado que llevas en tu mano derecha, me dice que, a pesar de la mordaza, volveré a gritar en unos segundos.

Malditas citas a ciegas…

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