«Lo más difícil de la vida es vivir. Lo más maravilloso de la vida es vivir».

Valiente Elena

Sobre 2020…

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Creo que la mejor manera de comenzar este apartado de reflexiones es valorando este año tan extraño que está a las puertas de acabar.

Soy de las que piensa que el inicio de 2021 no nos va a traer cambios radicales ni la tan anhelada normalidad (esa que antes detestábamos por monótona y estresante, cuando todos los lunes eran malos y los domingos por la tarde eran tiempo perdido), pero será un camino que avanzará hacia el reencuentro, hacia los besos y abrazos perdidos en este 2020 y que tanto necesitamos recuperar. Seguirán las sonrisas tras las mascarillas, pero sentiremos más y mejor.

Porque 2020 ha sido un año malo. Así, sin paños calientes. Una pandemia mundial que ha trastocado nuestras vidas y que nos ha hecho valorar lo que tenemos como tesoros que necesitamos guardar en un baúl envueltos en celofán de colores para, de vez en cuando, sacarlos a la luz y verlos resplandecer, volverlos a sentir.

Sin embargo, y a pesar de las pérdidas que sin duda han sido lo peor, a mí el año que acaba me deja aprendizajes personales que van directos a ese baúl de tesoros: he sidoconsciente de que puedo escribir historias, crear personajes, vivir en la piel de otros. Tejer sueños con letras para convertirlos en realidad. Ha despertado en mí también un lado creativo con pinturas y acuarelas, algo que nunca tenía tiempo de hacer y que, lo reconozco, tampoco se me da bien. He leído por encima de mis posibilidades. Leo mucho, siempre, pero este año he sucumbido a las novelas históricas y románticas. Pero, sobre todo, he aprendido a quererme a mí misma. He conseguido salir de un mundo de queja contínua y negatividad (y mira que lo han puesto difícil) para valorar los detalles minúsculos que dan sentido a mi día a día: un amanecer teñido de luces rosas, un paseo por la orilla del mar en soledad (y debo dar gracias a la pandemia por permitirlo), el despertar de la naturaleza en todo su esplendor sin la mano del hombre marcando su crecimiento, el sabor dulce de un mango, el olor de la tarta de queso recién salida del horno…

Amanecer solitario en la playa

Creo que el planeta necesitaba respirar de tanta humanidad y consiguió encerrarnos en casa para oxigenarse y para obligarnos a centrarnos en lo importante. Deseo que este fatídico 2020 se convierta en la anécdota que nos permita reconciliarnos con nosotros mismos y con el mundo.

Mis mejores deseos para 2021. 

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