Ayer fue un día especial. Supongo que todas las personas que nos movemos alrededor de las letras tenemos el 23 de abril marcado a fuego en el calendario. Es el día del libro, de la cultura, de las letras.
Confieso que nunca he sido de ir en busca y captura de autores para conseguir su firma en los libros, pero este año, después de vivir en carne propia todo el trabajo inmenso e infinito que hay detrás de la publicación de un libro, me he animado a visitar Barcelona para intentar lograr alguna firma.

El día no acompañaba: lluvia, viento e incluso granizo. Pero mis ganas y la ilusión eran más fuertes. Así que, paraguas en mano y tres libros en la bolsa de tela, salí decidida a encontrar a Santiago Posteguillo, Julia Navarro y Elisabet Benavent.
De la tercera me olvidé en cuanto vi la cola que había frente a su mesa. Pero me alegré mucho, sonreí y solo se me ocurrió dar gracias de ver a tantas personas (algunas muy jóvenes) esperando para conocer a una escritora. Me encantó.
Así que me fui a por Julia Navarro. A contracorriente de centenares de personas, esquivando paraguas, lluvia y miles de selfies… Y cuando estaba a punto de llegar a su parada, vi a Posteguillo. Así que me quedé en la fila… Y al rato comprendí que era la de otra autora que firmaba a su lado. Decidida, me acerqué hasta él y solo había una pareja esperando para la firma. Genial, todo redondo. ¡Firma conseguida!

Seguí a por Julia Navarro pero ya se había marchado…
Vi a muchos escritores y escritoras felices por firmar, a otros y otras algo más agotados, pero en todos se percibía el cariño hacia los y las lectoras.
Porque el ejercicio de escribir es un trabajo tan solitario que se ve recompensado por tantas y tantas muestras de cariño de quién, bajo viento y marea, permanece esperando para conocer las historias que has creado.
¡Feliz día del libro a todas y todos!
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