El viento ululaba con tanta fuerza que las viejas persianas golpeaban con violencia, provocando un ambiente aterrador. A la inspectora Jessica Smith no le gustaba el viento, de hecho lo odiaba desde el momento en el que su padre las había abandonado cuando ella solo tenía siete años. Era un día de lluvia intensa, pero eso no lo había frenado en su decisión. Ella recordaba que el viento tenía tanta fuerza que le impidió ver cómo él se alejaba de casa a pesar de que tenía la cara pegada al vidrio, empañado por su respiración agitada. Desde entonces siempre sentía dolor de cabeza los días de viento. Con el tiempo, había aprendido a perdonar a su padre, pero al viento seguía odiándolo.
Por supuesto, aquel día no podía ser diferente, el maldito viento la seguía allá dónde iba. La inspectora sabía que acababa de encontrar el escondite de El Oso, el asesino en serie más despiadado al que se había enfrentado en toda su carrera profesional. A su lado, el agente Jones permanecía en silencio, como si cualquier palabra pudiera despertar todavía más la furia del vendaval que los envolvía.
Observaron la casa. Aún les separaban varios metros de la entrada, pero les imponía su presencia porque parecía que hacía años que los esperaba. Estaba vieja, las paredes a punto de caer y, sin embargo, mantenía una dignidad que la hacía permanecer en pie a pesar de las inclemencias del tiempo. La inspectora casi sintió admiración por ella.
De repente, el viento cambió de dirección y ambos, a la vez, se taparon nariz y boca con las manos para contener la arcada que les sobrevino.
—¿Ese olor? —gritó Jones para hacerse oir por encima del sonido del viento aunque no esperaba respuesta.
Smith asintió con la cabeza y comenzó a caminar decidida hacia la entrada. Jones la siguió a paso rápido. La inspectora abrió la puerta con la mano izquierda sin retirar la derecha de su rostro. De nada le sirvió: el hedor que les invadió les hizo dar un paso atrás y Smith supo que había acertado. Después de tanto tiempo, acababa de encontrar el lugar en el que El Oso escondía los cuerpos de sus víctimas.
Deja una respuesta