Pensando en mi Ikigai
Quiero aprovechar el último mes del año, los últimos días de este extraño 2021, para reflexionar. Quizás por ser un momento especial, por ser los días en los que intentamos echar la vista atrás para ver qué ha pasado, qué hemos aprendido, qué hemos hecho y qué sigue pendiente para el siguiente año.
Es la primera vez que hago algo así (o por lo menos lo dejo por escrito). Pero este espacio es uno de esos lugares especiales que he creado para perderme y encontrarme a mí misma. Así que, sin ánimo de que nadie me lea o me entienda o comparta estas reflexiones, voy a aprovechar estos días para pensar (y escribir) sobre lo que este 2021 ha significado para mí. Y si algo de lo que digo te resuena, me encantará leer tus comentarios.
El IKIGAI es uno de esos términos repletos de sabiduría que ha llegado a mi vida este año. No hace demasiado, en realidad. Pero me pasé una tarde completa leyendo (algo que me queda pendiente hacer con más profundidad) y me permitió comenzar una reflexión:
Mi mente viaja a la velocidad de la luz para llevarme a sueños por cumplir, a vivencias que quizás se hagan realidad y a experiencias pasadas que dejaron sus huellas incrustadas con pasos certeros sobre mi alma.
Es extraño pensar, reflexionar sobre la vida, sobre su sentido, sobre nuestra responsabilidad, los anhelos, los deseos por cumplir o los que ya obtuvieron sus resultados.
Porque, a veces, un simple pensamiento, una sola palabra nos aboca a un mundo nuevo por sentir. ¿Estamos realmente preparados para dilucidar las incertidumbres de nuestra mente? ¿En qué momento es nuestra alma la que nos da la respuesta que esperamos? ¿O somos nosotros dibujando con los dedos los retazos que formarán el firmamento que queremos dejar grabado cuando partamos? Es difícil encontrar la respuesta en unas horas, en una tarde… Tenemos toda la vida para encontrar nuestro Ikigai.
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